Las noticias de nuevas cepas de Covid 19 y los aumentos de casos en ciertas regiones del país, obligan a pensar en la posibilidad de un rebrote y por ende un nuevo aislamiento. Ante este panorama, indeseado pero posible, la pregunta es si la economía mendocina podrá resistirlo. Las respuestas entre economistas, cámaras y empresarios varían, pero hay cierto consenso en que debería ser una cuarentena más “light” que la primera y que deben aprovecharse los protocolos para no frenar al 100%.
La base económica que todos miran con temor y que no quieren repetir son los daños generados durante 2020. Si se analiza la época más dura de la pandemia, para mayo la actividad económica había caído un 14%; en el segundo trimestre el desempleo provincial era de alrededor del 15 % y con el congelamiento de salarios se redujo el poder adquisitivo general.
Datos de Ieral Mendoza indicaban para el tercer trimestre de 2020 una caída interanual en casi todos los sectores, como comercio (-8%), minería (-15 %) y construcción (-27 %). Si bien hubo un repunte a fines de mayo y junio, el crecimiento se ha mantenido muy lento desde entonces (lejos de los niveles pre-Covid) y un rebrote puede amenazar lo recuperado.
Ante ese panorama, el economista Dante Moreno considera que una nueva ola va a repercutir debido a que en el Producto Bruto Geográfico de Mendoza (PBG) hay una amplia participación de sectores como turismo y comercio. “Hay perspectivas de recuperación siempre y cuando funcione la vacunación y tome vuelo la economía mundial pero, si el virus vuelve a atacar, tendremos restricciones, nacionales o provinciales, que harán volver atrás a sectores como la construcción”, agrega este asesor del PJ en el Congreso Nacional.
Si bien para Moreno ni el gobierno nacional ni el provincial desean poner nuevas restricciones, cree que el límite lo dará el sistema de salud: “Ningún gobierno quiere presionar, pero ¿qué van a hacer cuando empiece a crujir el sistema de salud? Me da la sensación de que el gobierno provincial está en una encerrona. Pregona tener las manos libres para tomar decisiones pero, en realidad, está limitado por la capacidad del sistema sanitario”.
Desde otra óptica, Alejandro Bianchi, economista jefe en Fundación Ideal ve muy difícil que se aplique otra cuarentena como en 2020 debido al cansancio de la gente, que últimamente en encuestas muestra más preocupación por la economía que por la pandemia. “Creo que quedó demostrado que tampoco fue útil una cuarentena tan fuerte. No sé si tiene sentido hacer cuarentena en todo el país de nuevo. Quizás en ciertas localidades y por un tiempo específico, no durante dos o tres meses”, analiza.
Bianchi cree que así como algunos sectores se adaptaron bien trabajando desde casa, hay que cuidar a otros que se vieron más afectados y para los cuales un segundo cierre sería fatal: “Por ejemplo, para restaurantes que han pasado tantos meses cerrados, pensaría en protocolos estrictos, de pocas horas o poca gente, pero no volver a cerrar porque esos sectores no sé si lo aguantarían”.
Algo en lo que Moreno hace hincapié es en mirar más allá de la pandemia: “La provincia no tiene que preocuparse sólo en ver cómo superar el Covid, sino en diseñar una plataforma nueva en el mercado, nacional e internacional. A quién vas a apoyar, de qué manera, cómo vas a enfrentar el post-Covid. Yo soy partícipe de que el Estado tiene que estar en todos los frentes. Si no, quedamos a expensas de que algunos vivos hagan negocios a costa de otros”.
Pensando más en el mediano plazo, Bianchi sostiene que “no debe plantearse una falsa dicotomía entre salud y economía, sino que hay que ocuparse de las dos”, previendo las consecuencias de las medidas que se tomen. “Hacer una cuarentena estricta tiene unos efectos a nivel macro que el gobierno debería prever. Económicamente, las consecuencias no se vieron y se tomaron muchas decisiones que impactaron en el medio. Hay que plantear medidas creativas y ocuparse de temas como la brecha del dólar y el déficit”, asegura el economista jefe de Fundación Ideal.
Poco margen para nuevos cierres
Una cámara mendocina que expresa su preocupación es la Federación Económica de Mendoza (FEM). Haciendo foco en el comercio, Juan Roth, vicepresidente comercial de FEM, considera que las pymes locales ya venían con problemas y que con el aislamiento “muchas pymes no pudieron resistir. Las caídas de las ventas promediaron un 23% anual con un gran porcentaje de cierre de empresas, lo que generó un aumento del desempleo y la pobreza”.
Para Roth no se puede aislar en un contexto actual donde el Estado nacional ha suspendido programas de asistencia, sin financiamiento y con aumentos de impuestos y retenciones. “Las restricciones al comercio tendrán una consecuencia concreta: un malestar social que se expresará con el incumplimiento y la exacerbación del ánimo popular. La solución es estimular la responsabilidad ciudadana. Debemos lograr el cumplimiento estricto de protocolos, y apelar a la responsabilidad individual”, expresa el representante.
Desde el Consejo Empresario Mendocino (CEM), su presidente, Federico Pagano, reflexiona: “El Gobierno de Mendoza ha tomado la decisión de hacer lo imposible por mantener la apertura. Yo no creo que las autoridades vayan a dar marcha atrás en ese sentido y me parece que es una decisión acertada”.
“La preocupación principal que tenemos es el tema de las clases. Nos preocupa mucho que no se vuelvan a las clases presenciales en marzo. El daño que se hace a los chicos es enorme y lo que se vivió este año nos pareció muy desacertado. Esperamos que no se vuelva a caer en eso”, plantea el presidente del CEM.
Juan Roth opina que las pymes han sido responsables de “preservar el tejido social, acatar las normas sanitarias y, a su vez, conservar la economía familiar de la provincia” y no hay condiciones para soportar nuevas restricciones al comercio, al turismo, a la producción o la industria . “Debemos enfocarnos en un trabajo conjunto y responsable de reactivación de la actividad comercial en el que las políticas públicas deben acompañar este proceso”, agrega el vicepresidente comercial de la FEM.
Pagano concuerda en que ya no queda margen para cierres estrictos: “A veces se pretende imponer situaciones por la fuerza que no se pueden dar en el hecho. Una cosa es que no te permitan ir a una fiesta, pero otra muy distinta es que no te dejen ir a trabajar”. En su opinión, no habrá un cierre como el de 2020 ya que “la provincia se va a resistir y desde la Nación no creo que avancen en restricciones muy estrictas. Podrán ser cierres de palabra, pero no creo que se den en el hecho”.
Sectores complicados
Al momento de consultar a los empresarios si Mendoza podría resistir una segunda cuarentena, a ninguno le agrada la idea, pero la mayoría tampoco descarta la posibilidad. Sí consideran que, en vez de un cierre estricto como 2020, debe lograrse una medida más intermedia que permita el trabajo a través de protocolos de seguridad y esto sería importante para rubros que no se pueden permitir otro cierre como construcción, comercio u hotelería.
Desde el Grupo Presidente, que abarca actividades desde real estate hasta hotelería, su CEO Mario Groisman considera que “no se puede pensar en una parálisis de la actividad económica como la que vivimos varios meses de 2020”. Este empresario mendocino señala además: “No es válida la contraposición salud y economía. Hay que acelerar los procesos de vacunación de la población, y seguir con las medidas de prevención. En este sentido ha sido acertada la política seguida por el gobernador Rodolfo Suárez, y creo que seguirá en ese sendero”.
En una línea similar opina Carlos Ruiz, CEO del Grupo Cartellone, y con amplia trayectoria en la construcción civil, para quien “la provincia fue de las que mejor administró las restricciones por la pandemia”. En principio sería necesario ver cómo han actuado otros países que ya tuvieron un segundo cierre y definir el equilibrio entre salud y economía: “Es duro porque hablamos de vidas humanas pero, si no aseguramos condiciones económicas básicas, habrá muchísima más gente en la pobreza”.
Otro aspecto que destaca Ruiz es la necesidad de “capitalizar la experiencia del año pasado y aprender a vivir con la pandemia”, ante la certeza de que el tema seguirá por un buen tiempo. “Creo que nuestro país está en una situación muy frágil desde el punto de vista macroeconómico y no nos podemos permitir parates de la magnitud del año pasado ni con ese tiempo”, subraya el CEO del Grupo Cartellone.
Un empresario que transita entre la construcción y el comercio es Diego Pérez Colman, gerente de Hipercerámico y presidente de la Red Edificar. Él cree que “sería imposible parar todo de nuevo. Sería muy difícil que sea como en 2020 porque se puede hacer de otra manera, no tan llana y lisa como fue la primera cuarentena”. En su caso, se organizaban por quincenas y tenían planes alternativos, manejando los protocolos lo mejor posible.
“Si viniera algo que tuviera que retrotraer a lo que hemos llegado, yo creo que el piso tendría que ser el DNI. No parar todos sino dejar salir un día un número y otro día a otras personas. Además se podría trabajar en el resguardo según la edad. Ha quedado demostrado cómo el virus afecta diferente a mayores y los menores. Más para atrás es imposible”, analiza Colman.
En cuanto al sector hotelero, conscientes de la dificultad que representaría, Ariel Hernán Pérez, gerente general de Enjoy Casino & Sheraton Mendoza Hotel, no cree que sea posible una segunda cuarentena: “Mendoza siempre se ha caracterizado por buscar puntos de equilibrio entre actividad y control sanitario. De hecho, fue una de las primeras provincias en abrir. No creo que podamos volver a un cese total de actividades. Creo que eso es durísimo y nadie de nosotros espera eso. Entendemos que puede haber restricciones, pero no creo que sea bueno para las empresas ni para la provincia un cierre total”.
Metalurgia, energía y software
Desde IMPSA, su CEO Juan Carlos Fernández considera interesante el planteo sobre una segunda cuarentena ya que “sin ninguna duda se viene una segunda ola y nos va a afectar”, pero esta vez ya está la experiencia. “En marzo de 2020, cuando empezó este tema, con pocos casos cerramos la planta, porque no sabíamos a qué nos enfrentábamos. En el transcurso del tiempo fuimos aprendiendo, aplicando protocolos y, en momentos del pico, teníamos a más de 200 personas trabajando con las restricciones de los protocolos”, ilustra Fernández.
“¿Se puede abrir todo? No, pero sí hacer un balance entre el cuidado de la salud y a la vez a través de protocolos, poder continuar produciendo, aunque no sea totalmente. Éste es el gran desafío como empresario y también por parte de los gobiernos”, señala el CEO de IMPSA antes de mencionar como ejemplos de procedimiento al trabajo por burbujas (grupos de personas).
Concuerda en esta visión Raúl Stasi, secretario general de la distribuidora eléctrica Edeste, que no oculta su preocupación por los rebrotes y cree que es necesario adaptarse para seguir trabajando: “Yo creo que nos tendremos que adaptar a lo que las circunstancias nos exijan. Habrá que ver cómo viene la mano y trabajar mucho en la base. Vos ves otros países en el mundo, Japón por ejemplo, donde siguen en movimiento, pero todos con barbijo. Es un tema de cultura y de conciencia social”.
Para Stasi, los protocolos en base al uso de barbijo, alcohol y distanciamiento social son clave para mantener las actividades aún en caso de un rebrote. “Esta pandemia es muy cruel, lamentablemente. Me preocupa la falta de conciencia en general, como que se ha relajado la consideración hacia el virus y se le ha perdido miedo. Eso es un peligro. Vamos a ver cómo siguen los hospitales”, reflexiona.
Finalmente, otro sector consultado fue el mundo del software. Luis Robbio, fundador de Belatrix y que ahora se dedica a otros proyectos tecnológicos, explicó que no les afectaría tanto una nueva cuarentena como a otros rubros. “El sector nuestro no ha sufrido la cuarentena, porque estábamos acostumbrados a trabajar desde casa. A nosotros no nos afecta tanto. Obviamente sí ha hecho estragos en el comercio, la hotelería y el turismo”, apunta.
En el caso del software, para ellos la adaptación en la pandemia fue rápida y continuaron trabajando, incluso algunas empresas como Belatrix superaron ampliamente sus metas. A nivel general, Robbio considera que se ha hecho un buen trabajo: “Creo que dentro de todo se han hecho las cosas con prudencia. Sería bueno seguir en esas condiciones”.
El gobierno provincial se resiste al cierre
Desde el Ministerio de Economía y Energía, el jefe de gabinete, Facundo Biffi, considera que Mendoza en la época de mayor crisis por la pandemia fue un gran ejemplo dentro del país de cómo equilibrar salud y economía. Si bien reconoce que la provincia es parte de un sistema federal y debe respetar lineamientos nacionales, la intención es no volver a un aislamiento como el que se vivió el año pasado.
“En términos generales, si el gobierno nacional nos manda a todos a aislamiento hay poco que podamos hacer desde la provincia, porque la primera decisión la tiene el gobierno nacional. Después, la provincia administra el resto de las actividades y va haciendo sugerencias”, inicia Biffi, para agregar luego que “demostramos que se puede hacer una administración con equilibrio entre economía y salud y nos resultó mejor que otras provincias que aplicaron un aislamiento más restrictivo”.
El jefe de gabinete del ministerio señala que, en comparación con la provincia de Buenos Aires, Mendoza tiene tasas de desempleo mucho más bajas, y esto es así aun cuando Buenos Aires recibió más IFE y por ende es probable que menos gente esté en la búsqueda de empleo.
“En el momento más estricto de la cuarentena, el gobernador salió a pedir excepciones y Mendoza abrió antes que otras provincias. Los resultados fueron mejores y vamos a sostener la decisión. Esto tiene que ver también con una conciencia ciudadana, donde cada uno hace su aporte; confiamos en una ciudadanía responsable”, señala Biffi.
Otro tema que señala es la dificultad para muchas empresas de reiniciar un proceso productivo, que en algunas industrias pesadas puede demorar dos o tres meses. En ese sentido, muchos comerciantes a fin de año se encontraban con falta de stock porque las fábricas no habían logrado reponerse y generar su producción al ritmo previo a la pandemia.